El huevo, el que lleva dentro la semilla de la vida, es un símbolo de la regeneración, de la purificación y de la eternidad. Las leyendas cristianas relacionan el símbolo de los huevos pintados de rojo a los dolores que sufrió Jesucristo. La crucifixión y la resurrección simbolizan el renacimiento de la naturaleza en primavera y la reanudación del ciclo de la vida. La leyenda dice que en el momento cuando la multitud tiró piedras a Jesucristo, las piedras que se lanzaban se transformaban en huevos rojos.
Otra tradición dice que La Virgen María, cuando vino a ver a su hijo crucificado, llevaba huevos en una cestita y estos huevos se llenaron de la Santa Sangre debajo de la cruz.
En Rumanía, en la Semana Santa, todo cristiano cuece huevos para pintarlos de rojo y después de la resurrección los parte, diciendo: “!Jesús está vivo!”. Se le responde con convicción: “!Es verdad que está vivo!”. Después se comen los huevos.