sábado, 8 de mayo de 2010

Sabiduría rumana

mere Un día, un peregrino vio un manzano muy bonito en uno de los jardines por al lado de cuales pasaba. De las ramas de este árbol colgaban unas manzanas grandes y rojas, absolutamente maravillosas, que hacían que sólo mirarlas, se le hiciera la boca agua. Viendo que no había nadie alrededor, pensó en coger algunas manzanas y comérselas, ya que no arriesgaba mucho a que le pillara alguien. ¿Pero cómo hacerlo? Hasta llegar al árbol tenía que pasar de una valla grande y un gran charco muy sucio.

Cada vez con menos paciencia, el chico decidió escalar la valla. Dicho y hecho. Con gran dificultad consiguió subir la valla y llegar al jardín, pero se rompió la camisa por culpa de un pico que sobresalía de la valla y, como iba tan deprisa, se cayó en el charco y se ensució entero.

Cuando, finalmente, llegó al manzano, cogió unas pocas manzanas, pero mirándose a sí mismo, pensó:

- Es verdad que he conseguido lo que quería, ¿pero a qué precio? ¿Ha merecido la pena? Mi mejor camisa está rota, los pantalones y los zapatos llenos de fango y estoy oliendo muy mal. Ni siquiera tengo ganas de comerme las manzanas…

Estando él así, dándose pena a sí mismo, apareció en ese momento, el dueño del jardín. Éste, viéndole, le dijo:

- ¿Buen hombre, pero tenías que molestarte tanto por unas manzanas? ¡Mira lo que te ha pasado! La verdad es que no comprendo porque intentaste cogerlas sin decírmelo. Si hubieras llamado a mi puerta y me las hubieras pedido, yo hubiera estado encantado de dártelas. Ahora ven, entra en casa para lavarte, comer algo y descansar un poco y después sigue tu camino.

Muy contento se quedó el peregrino viendo la bondad de su anfitrión, pero al mismo tiempo, apesadumbrado por su actitud, se propuso a sí mismo que no sería tan insensato.

En la vida es importante conseguir las cosas, pero a veces importa también el cómo. Existen personas que quieren tener más y para eso trabajan sin cesar, pero por lastima hay otros que prefieren robar pensando solamente en huir del trabajo y engañar a los demás.

En eeste mundo pasajero no se puede ser rico que empobreciendo a otros. En el mundo eterno, transcendente, eres rico enriqueciendo a los demás.

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